La sal, en forma de glutamato de sodio o de cloruro de sodio, es la principal fuente de sodio en nuestro régimen alimentario y se usa como condimento en muchas partes del mundo. En numerosos países, el 80% del aporte salino proviene de alimentos procesados tales como panes, quesos, salsas en frascos, carnes curadas y comidas hechas.
El consumo excesivo de sal puede provocar hipertensión y aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y ACV.
Algunas recomendaciones generales para reducir el consumo de sal:
- La OMS recomienda ingerir menos de 5 gramos o menos de una cucharadita al día.
- Leer la etiqueta del producto en el momento de comprar alimentos procesados para comprobar la concentración de sal.
- Pedir los productos que contengan menos sal en el momento de comprar alimentos preparados.
- Quitar de la mesa los saleros y las salsas en frascos a la hora de comer.
- Limitar la cantidad de sal que se añade al cocinar a un máximo diario de un quinto de una cucharadita.
- Limitar el consumo frecuente de productos que contengan mucha sal.
- Educar el paladar de los niños mediante un régimen alimentario constituido principalmente de alimentos no procesados sin sal añadida.
Siguiendo estas recomendaciones, aumentando la ingesta de agua y hacienda al menos 30 min de ejercicios al día, llevarán una vida más saludable.